
El Chivato, yacimiento de otrora esplendor glorioso y de presente olvidado. Cuyas primeras referencias de su historia nacen a fines del siglo XVII: “En el año 1694, El toqui Millalpal habría incitado a la rebelión de los mapuches en la región de Maquegua por las actividades no autorizadas de Antonio Pedreros, el “Comisionado de las Naciones”, algunos españoles habrían sido asesinados, por lo que el Gobernador de Chile, don Tomás Marín de Poveda, a pesar de la prohibición de la Corona, muy dominada por los jesuitas, emprende una campaña contra ellos con 1.600 soldados españoles y 2.000 indios leales, pero en el paraje de Choque-Choque no se llega a combatir, sino que se celebra un parlamento donde los araucanos acuerdan la paz, y el gobernador funda para ellos dos pueblos: Aldea de Río Clarillo (hoy Rengo; O’Higgins) y, junto a la mina de oro “El Chivato”, en el lugar donde hoy existe la comuna de Maule, San Agustín de Talca (hoy Talca; Maule)[1]
Francisco Solano Asta-Buruaga y Cienfuegos en su Diccionario Geográfico de la República de Chile de 1899, señala que este mineral se ubicaba en el departamento de Talca hacia el sur de su capital y cerca de la orilla norte del río Maule, haciendo el alcance que era por donde pasaba éste por el camino que iba a San Javier de Loncomilla y a la ciudad de Linares. Señala además que se componía de minas de oro, descubiertas en las proximidades de la fundación de Talca. Otras vetas se habrían descubierto en 1767, y la de Chuchunco hallada en 1789, agrega que se extrajeron abundantes minerales tachonados de visibles filamentos de oro puro. En el mismo relato saca a la luz una fabulosa información que señala textual “En una quebrada del grupo de cerros que contienen estas minas, se encontró en 1835 sepultado un enorme esqueleto de mastodonte del que desgraciadamente no se supo extraer sino pequeños trozos, que se conservan en el museo de historia natural de Santiago”.
Otros datos históricos que complementan la historia de esta mina de oro, señalan que en el siglo XVIII, precisamente en el año 1767, Francisco Ortiz de Araya, minero y azoguero español, habría solicitado a la Real Audiencia la pertenencia de los desmontes de mina de oro ubicados en el cerro denominado El Chivato, esta solicitud fue concedida, iniciando entonces labores de minería en dicho lugar, donde encuentra a fines de ese mismo año la veta principal. El descubrimiento de esta mina no fue tarea difícil, ya que conocida era su existencia, además el mismo Ortiz de Araya en su solicitud a la Real Audiencia se habría referido a ella como. “despreciada por los antiguos y trabajada por los naturales”, reconociendo que los indígenas de la zona extraían mineral desde el lugar hace muchos años, se puede agregar además que incluso existen relatos que afirman que los incas en su paso por el Maule habrían obtenido oro de estas tierras y que sería una de las principales razones de la insistencia de asentarse en estos lares.
Era tal la dimensión de este hallazgo que el mismísimo corregidor visitó la mina junto a ilustres vecinos de la Villa San Agustín. La atracción del oro concitó el interés de muchas personas de todas partes del Reino, quienes – atraídas por la riqueza minera o por el comercio que se estableció en la región – fueron a radicarse en esta importante villa.
La tradición dice que la riqueza produce avaricia y envidia, toda ésta habría aflorado en pujantes familias talquinas, quienes intentaron despojar de cualquier forma la posesión de esta mina a Ortiz de Araya, dicha acción tuvo sus frutos momentáneos pero finalmente el afortunado y visionario minero logró recuperar su preciado tesoro el que finalmente perdió muriendo pobre y arruinado en el año 1783.
El yacimiento aurífero, que se encuentra enclavado en el cerro El Águila, y de cuyas tierras se extrajo una gran cantidad de oro, permitió la instalación de poblados a su alrededor, y obras de adelanto importantes como la construcción de la cárcel y el hospital de Talca (actual salesianos), los puentes sobre los esteros Piduco y Baeza. Sin ir más lejos existen antecedentes que señalan que incluso este oro habría permitido obtener la calidad de Ciudad a la incipiente Villa San Agustín, acción realizada a fines del siglo XVIII, por don Nicolás de la Cruz Bahamonde mejor conocido como el Conde del Maule.
El último gran esfuerzo.
El Chivato tenía una superficie aproximada de 60 hectáreas, donde se encontraban varios piques y socavones, tales como Chuchunco, Descarpes, Inacos, San Ramón, Casa de Piedra y La Dichosa. Todos los cuales, aparte de tener mucho oro, tenían abundante agua, lo que originaba constantes inundaciones. Lo anterior causó que para el siglo XIX solo Chuchunco tuviera trabajos de mediana consideración[2].
Conscientes de que El Chivato aún guardaba riqueza entre sus tierras, en el año 1923 procede a conformarse la Compañía Restauradora del Chivato. Ésta fue una sociedad anónima que inició una nueva tarea de explotación, debiendo luchar no tan solo con el agua, sino tan bien con mitos y leyendas que se fueron tejiendo en esta nueva faena. Esta Compañía, que tuvo entre sus gerentes a don Ernesto Cruz Concha – quien además fue Senador por Talca y Maule entre los años 1933 y 1941 – debió ser la empresa que más invirtió en la extracción minera. Construyeron piques a gran profundidad, instalaron una planta de gran forma para tratar la roca, una pequeña planta hidroeléctrica que les permitía mantener en funcionamiento toda la maquinaria, ubicaron incluso un pequeño poblado en las mismas faldas de la mina en donde residía el numeroso personal que ahí trabajaba. Según la información recabada esta compañía volvió a tener la gloria de antaño, sus trabajadores llegaban a percibir más de cien mil pesos mensuales y llegó a extraer en sus mejores tiempos más de ciento veinte kilos anuales del preciado material.
Una muerte lenta
Las faenas industriales de la Compañía Restauradora del Chivato, se ejecutaron entre 1923 y 1945, y por diversos problemas de inundaciones, accidentes, administración, entre otros, se declaró en quiebra y fue rematada en 1952, siendo adquirida por don Guillermo Silva Neale, ex alcalde de Maule entre los años 1960 y 1963, y don Jorge Aravena Carrasco ex parlamentario de la zona entre los años 1961 y 1969. Desde ese entonces la mina solo fue trabajada a nivel de pirquineros locales. Posteriormente don Guillermo Silva Neale firmó un contrato de arriendo con don Andrés Trujillo Naranjo, quien habría dado participación del negocio a don José Aladín Acevedo, el cual operó la mina hasta mediados del año 1985, fecha en la que su nuevo propietario don Luis Guillermo Silva Cerda, hijo del fallecido dueño, entraría en un largo litigio con don Francisco Javier Errázuriz Talavera, ex candidato a la presidencia de Chile, conocido popularmente como Fra Fra. Durante largos años este último personaje trabajó la mina con algunas suspicacias legales que le permitieron tal aprovechamiento hasta el año 1996, fecha en la cual la corte falla a favor de Luis Guillermo Silva, quien recupera para sí los derechos del codiciado yacimiento.
[1]Cronología histórica de Jordi Gibert Arce.
[2]Todas las minas del Chivato tuvieron abundante agua de pie, causa que motivo su inundación a fines del siglo XVIII, solo chuchunco mantenía trabajos de cierta importancia en el año 1800. En esa fecha pertenecía la mina a don Carlos M. de Saravia y a don Raymundo Caballero, este último sintiéndose anciano y enfermo hizo testamento en 1805 y legó la mayor parte de sus derechos mineros al Obispo Cienfuegos, entonces cura de Talca, para obras pías. De chuchunco salieron los recursos con que el obispo construyó la Casa de Ejercicios” Historia de Talca, Gustavo Opazo Maturana.