“La tierra de Arauco se había conmovido intensamente y contagiados a todos los indígenas del Reino. Los indios del Maule, que se habían hecho notar por su sumisión y su ánimo pacífico, no pudieron esta vez resistirse. La flecha de la guerra no fue la tradicional «sino la cabeza del español, que fue llevada de reducción en reducción, en señal de lo sangriento de la guerra que se preparaba contra el invasor»”. Hacía relataba Gustavo Opazo Maturana, en su libro sobre la historia de Talca, la convulsión del pueblo indígena en los albores del siglo XVII.

Como una tónica de lo que serían los inicios de la colonia, en el año 1655 se desataba una nueva sublevación indígena al sur del Bio-Bio, esta vez originada por la crueldad y la ambición del gobernador español Antonio de Acuña y Cabrera, el cual se enriquecía ilícitamente junto con sus familiares, a costa de su corrupción y de la crueldad con que trataba a los mapuches, a quienes perseguía y vendía como esclavos. Esta acción no solo permitió la agitación de los naturales, los que no pudieron soportar tal martirio, sino que también a los muchos españoles que veían que su propia maldad e inoperancia eran la causante de una nueva insurrección, lo cual terminaba generalmente con la destrucción y exagerada violencia con que los indígenas atacaban y arrasaban las propiedades de los vecinos más señalados.
Bajo el lema: “Viva el Rey y muera el mal Gobierno”, Acuña es perseguido y acosado, logrando huir de la mano inquisidora de los pujantes colonos españoles que querían derrocarle, no obstante, respaldado por las más altas esferas, pronto retoma su lugar, aunque solo para entregarlo decentemente a un nuevo gobernador, don Pedro Portel Casanate
Como si todo este sufrimiento fuera poco, se agregó una peste que amenazaba a todo el pueblo, y para colmo de males el 15 de marzo de 1657 se produce en la Concepción un terremoto y posterior maremoto, que termina por arrasar la ciudad, situación que emplearon los indígenas para iniciar una nueva revuelta. “En Medio de los accidentes y contrastes de la guerra, sobrevino un espantoso cataclismo que hizo más penosa y alarmante la situación de los españoles”[1]. Esta situación aprovecharon muy bien los indígenas para sublevarse nuevamente: “Los Pehuenches[2] y los Puelches[3] se dejaron caer sobre los valles del Maule y maloquiaron[4] las estancias de Catalina Vilches, la de los capitanes Juan Vilches, Francisco García, Cristóbal Muñoz, la de Salas, de Cerda y las Perque de los Jesuitas, cautivaron 300 personas que estaban indefensas y muy seguras en sus estancias”[5]
Ante tal debacle el Fiscal de la Real Audiencia don Alonso Solórzano y Velasco envió un informe al Rey, en el cual relata en extenso las consecuencias de la guerra, la pobreza en que se encentraba sumergida la Concepción y los estragos causados por este singular terremoto: “Solo la guerra defensiva es la que ha de salvar este reino” – señalaba Solórzano y Velasco – quien en esta misma misiva indica: “A causa de la confusión y de la desconfianza que han producido los últimos desastres hay que modificar la frontera en los márgenes del Bío-Bío establecida en 1612 haciéndola retroceder 40 leguas para fijarla en el río Maule dejando en Concepción solo una plaza fuerte con 200 soldados para defensa del país contra las agresiones de los corsarios y despoblando Chillan, pasar sus armas al Partido de las riberas del Maule, poblando Duao, país de buen temple y muy fértil en aquellas riberas donde se guardará el vado que el río abre allí y en la ribera norte del Maule y a distancia proporcionada debieran construirse cuatro fuertes defendidos por 200 hombres cada uno, de manera que no pueda pasar un pájaro sin que se registre”.
Esta situación pone abiertamente la idea de construir una plaza en la ribera norte del Maule, por lo cual se hace consulta al Cabildo de Santiago, sobre la conveniencia de cercar la ciudad y hacer población en Duao, de tal modo dar acogida a toda esa gente librada de la destrucción y que buscaba refugio en esta zona. En este sentido Gustavo Opazo Maturana, señala que el día 2 de abril de 1657, se reunió el cabildo, para proponer la idea de – como una forma de resguardar Santiago – fundar una ciudad en Duao, en la ribera Norte del Maule. Entre los requirentes se cuentan a don Antonio de Jara-Quemada – abuelo de Paula Jara-Quemada Urizar quien fuera años más tarde una valiente y reconocida patriota – además de don Bernardo Amasa Yturgoyen y Andrés García de Neira, otros se desistían de la idea por encontrarla poco viable, sugiriendo que bastaría con fortificar mayormente el lugar, poniendo en ella a doscientos soldados bien armados. Existen varias cartas de los corregidores de Santiago, que dan su parecer sobre la conveniencia de esta acción, en ese mismo contexto relatamos la siguiente nota:
“Lo corto del tiempo y lo preciso del responder, me hace venir el discurso y en pocos renglones doy satisfacción a los dos puntos que Vuestra Alteza propone: El primero si convendrá hacer población en Duao de la gente que viene de la Concepción, el segundo si se cercara esta ciudad, como, con qué y en qué tiempo. Digo es parecer mío, salvando el de Vuestra Alteza que debo sugerir se forme y haga ciudad en Duao o en el sitio más conveniente de la banda del río de Maule, pues con eso queda este lugar resguardado y sus estancias bastantemente defendidas para no hallarse asaltadas del enemigo y con la fuerza guarnecida para sosegar a los domésticos e indios de nuestra jurisdicción que sin duda es la parte que nos amenaza con la ruina. En la Concepción no tienen ya que guardar y en esta ciudad no hay mucho que defender. Comerciarán con la gente de Colchagua y asistirá a la del Maule por la cercanía del fuerte. Habrá soldados pagados que defiendan y del número que habiten sostendrá al enemigo si llegara. Habrá pocos gastadores para los víveres, hallaranse los fuertes que quedarán más socorridos y menos necesitados.
El cercar la ciudad siempre será conveniente, pues vemos que otros más por el buen gobierno que por temores que la afligen la acostumbrarán; En un mes se puede conseguir serrándola por los confines de ella, las mismas casas y sus habitadores serán perpetuos centinelas de lo que puede ofrecerse, quien lo ha de hacer somos los vecinos sin gravamen ninguno, pues es negocio como para no ejecutarle. Yo de mi parte estoy a lo que Vuestra Alteza ordenare para obedecer como vasallo de su majestad y criado de Vuestra Alteza, Santiago y Abril 2 del 1657.[6]
Finalmente prevalecería la iniciativa de reforzar el Fuerte de Duao, pues el reino no estaba en condiciones de hacer una inversión mayor, ya que los costos derivados de la eterna guerra contra el pueblo araucano, como así también, de las frecuentes catástrofes, harían optar solamente por un mayor refuerzo. Esta emblemática fortificación, prestaría servicios como tal solo hasta el año 1676, fecha en la que el gobernador enviaría una carta al Rey, a través de la cual propone que se desaloje el Fuerte de Duao, pues a la luz de los nuevos tiempos ya no era necesario mantenerlo para la sumisión de los indios, plantea también que todos sus pertrechos, armamento, municiones y soldados pasaran a servir a la frontera del Bio-Bio. Esta fecha se considerará con el paso del tiempo como el inicio de la paz en la región.
[1]Historia de Chile, Tomo V, Diego Barros Arana.
[2]En Mapudungún, Pewenche, que significa gente del pehuén.
[3]En MapudungúnPwelche, que significa gente del oeste.
[4]Maloquear, proviene del término mapuche malocán, y que dice relación con un ataque inesperado sobre las poblaciones españolas o sobre otros indígenas.
[5]Historia de Talca, Gustavo Opazo Maturana.
[6]Traducción textual del Pronunciamiento del regidor don Antonio de Irarrázabal Aguilera Estrada.